Tras haber estado durante un mes cerrados, los talleres de chapa y pintura buscan recuperar el tiempo perdido por la pandemia

Los talleres de chapa y pintura de la ciudad están empezando a trabajar, aunque lentamente y luego de casi un mes de inactividad total debido a la pandemia. En diálogo con la radio municipal “Costa Paraná”, el chapista Sergio Tessore dijo “aunque se esté moviendo, todo es lento desde que se cerró, y si bien se está abriendo no es para tirar manteca al techo”.

Tessore sostuvo que la pandemia que afecta al mundo generó dos situaciones que afectan directamente a la actividad de los talleres de chapa y pintura: hubo un cierre total de casi un mes y, además, se produjeron menos siniestros debido a que casi no se utilizaban los autos durante la cuarentena dura.

Ante una pregunta dijo que en el rubro los precios se movieron, “porque la mayoría de los insumos son importados y todo aumenta al valor del dólar”.

Cuando se le requirió ejemplos de costos, el tallerista dijo que “un guardabarro, que para hacerlo arreglar generalmente están los seguros, puede rondar entre 4 mil y 8 mil pesos”. En es punto agregó que los seguro ha copado la actividad porque es obligatorio el seguro, mientras que casi no llegan trabajos particulares por fuera de las aseguradoras”.

Entre otras preguntas, formuladas en el programa “Con vos” se habló de la manera más eficaz de cuidar la chapa y la pintura de un auto.

“El pulido del auto depende de cómo está la pintura. Hay autos que no son nuevo, que tiene la pintura quemada y otros defectos. El pulido tiene una virtud y un defecto. La virtud es la darle brillo al auto y el defecto es que si ese auto tiene alguna deformación en la chapa o algo, el pulido lo saca a la luz”, indicó.

Cuando se le preguntó si el pulido contribuye a mantener en buen estado la pintura, el tallerista dijo que “no en el caso del pulido, pero sí ayuda mucho cuando se aplican los procesos posteriores para la conservación de la pintura”. Ahí se le preguntó cuáles son esos procesos y la enunciación incluyó “al más simple y cotidiano como es ponerle cera al auto o cuidarlo con silicona”. Agregó que tratamientos con cerámicas y acrílicos, que se utilizan en procesos para que se conserven la mayor cantidad de tiempo.

Para cuidar la pintura recomendó “lavar con mucha agua, no fregar con productos abrasivos, como esponjas de cocina, sino que se puede utilizar paños de algodón. Mojar bien antes el auto, no fregar sobre el barro, sino cuando esté bien flojo. Son cosas con las que se cuida que el auto no se raye”.

Dijo que la materia fecal de los pájaros “es de lo peor para el auto”. “Los pajaritos comen granos de cereales que tienen productos químicos. En el verano, cuando la temperatura de los barnices se elevan a los 90 o 100 grados, ese popó con los ácidos que tiene, penetra el barniz y marea la pintura desde abajo, por lo que es muy nocivo.

Tessore dijo que hay retrasos para conseguir piezas que se daban cambiar. “Cuando viene un auto en el que hay que cambiar algunas piezas, es complicado porque no se consiguen repuestos debido a las barreras que existen entre las provincias y a la poca provisión de repuestos extranjeros que se venden. Todo eso ha complicado la logística, de modo que un trabajo que antes paraba un auto durante cinco días, ahora debe esperar hasta un mes para recibir los repuestos”, dijo el entrevistado.

Se le preguntó al chapista si las temperaturas bajas, las heladas, dañan la pintura, ante lo que respondió: “Las pinturas originales son muy buenas y están preparadas para cualquier tipo de clima, pero todo lo extremo no es bueno para nada. No obstante hay productos y procesos que se le hacen al auto que es bueno. Cualquier extremo no es bueno, ni frío ni calor extremos”, finalizó.

Tras haber estado durante un mes cerrados, los talleres de chapa y pintura buscan recuperar el tiempo perdido por la pandemia
Sergio Tessore